La creciente urbanización en Brasil y en el mundo impone desafíos urgentes a la movilidad urbana. En este contexto, el tránsito y el urbanismo se convierten en áreas estratégicas para planificar ciudades más humanas, donde peatones y ciclistas puedan circular con seguridad, comodidad y autonomía. Según el empresario Aldo Vendramin, repensar el uso del espacio urbano es esencial para reducir la dependencia del transporte individual motorizado y promover modos de desplazamiento más sostenibles e inclusivos.
La priorización del transporte activo contribuye no solo a mejorar la calidad de vida de la población, sino también a enfrentar problemas como la contaminación del aire, los atascos, el sedentarismo y la desigualdad en el acceso a la ciudad. Las políticas públicas que integren la planificación urbana con la movilidad activa son fundamentales para transformar este ideal en realidad.
Tránsito y urbanismo integrados con la movilidad activa
El enfoque integrado entre tránsito y urbanismo permite reconfigurar el espacio urbano en función de las necesidades reales de las personas. Esto implica medidas como ampliar aceras accesibles, crear ciclovías interconectadas, restringir el tráfico vehicular en zonas centrales y transformar calles en espacios de convivencia.

De acuerdo con Aldo Vendramin, pensar la ciudad desde la perspectiva del peatón y del ciclista es una elección estratégica. Cuando el espacio público se diseña para atender a las personas en lugar de a los vehículos, los beneficios se multiplican: mayor vitalidad urbana, fortalecimiento del comercio local, reducción de accidentes y una cultura de movilidad más consciente. Esta lógica exige romper con el modelo centrado en el coche y valorar desplazamientos más saludables y ecológicos.
Infraestructura, seguridad y conectividad para peatones y ciclistas
La creación de infraestructura adecuada es el primer paso para promover el transporte activo. Esto significa invertir en aceras continuas y bien mantenidas, cruces seguros, ciclovías protegidas e iluminación eficiente. Más allá de las obras físicas, se trata de crear condiciones para que caminar o pedalear sea una opción real y segura, independientemente de la edad o condición física del ciudadano.
Como destaca Aldo Vendramin, también es necesario promover la integración modal. Ciclovías que se conectan con el transporte público, aparcamientos de bicicletas en terminales y políticas de incentivo para el uso combinado de medios de transporte amplían el alcance de la movilidad sostenible. Por su parte, la seguridad vial debe ser tratada como prioridad, con campañas de concienciación, fiscalización efectiva y diseño urbano que reduzca velocidades y conflictos entre modos de transporte.
Equidad urbana y derecho a la ciudad
Repensar el tránsito y el urbanismo es también una cuestión de justicia social. En muchas ciudades, las poblaciones de bajos ingresos son las que más caminan o usan bicicletas, pero son precisamente las que enfrentan mayores riesgos y menor acceso a la infraestructura adecuada. Crear ciudades para peatones y ciclistas es garantizar el derecho de todos a una movilidad digna y segura.
La experiencia del señor Aldo Vendramin demuestra que las políticas públicas orientadas al transporte activo tienen un impacto directo en la inclusión social y en la calidad de vida urbana. Cuando las personas pueden desplazarse con autonomía, se amplía el acceso al trabajo, la salud, la educación y la cultura, fortaleciendo el desarrollo local de manera más equilibrada.
Caminos hacia ciudades más humanas y sostenibles
El futuro de la movilidad urbana pasa por la valorización de formas de desplazamiento que respeten el medio ambiente y promuevan el bienestar colectivo. Planificar ciudades centradas en las personas requiere voluntad política, participación social y una visión a largo plazo. Incentivos a la movilidad activa, revisión del zonificado urbano, inversiones en educación vial y fomento del urbanismo táctico son herramientas que pueden impulsar esta transformación.
La construcción de ciudades pensadas para peatones y ciclistas es un paso esencial para crear espacios más saludables, democráticos y resilientes. Al priorizar al ser humano en el centro de las decisiones urbanas, se abre camino hacia un nuevo modelo de desarrollo urbano, alineado con los desafíos del siglo XXI.
Autor: Elphida Pherys